«En la Patagonia, los Tehuelches, mencionan que en los inicios del tiempo Kóoch, que vivía envuelto en las tinieblas, dotado de las emociones humanas, se sentía abrumado por una gran soledad, y por ello lloró desconsoladamente durante mucho tiempo. Sus copiosas lágrimas crearon el mar primordial, Arrok. Al observarlo, un suspiro suyo creó el viento Xoshem. Este viento apartó las aguas de la tierra y se crearon la tierra firme y las numerosas islas. Para lograr ver su creación, rasgó el manto de tinieblas del cielo y con ello creó a Xaleshen o Kéenyenken, el sol. Para disminuir la oscuridad de la noche creó a Kéenguenkon, la mujer-luna, que devino en un ser maligno y poderoso; Kéenyenken enamoró a la Luna y de esos amores nació Karro, la estrella vespertina, a quien su madre regaló el dominio de las mareas.
Cuando Kóoch separó las aguas de las tierras surgieron los dos océanos, uno hacia el naciente y otro hacia el poniente (el Atlántico y el Pacífico). En el Atlántico creó una isla habitada por gigantes, uno de los cuales era Nosjthej, quien sería el padre de El-lal, a quién los Tehuelches le atribuyen la creación de su pueblo.
La Leyenda de Kóoch, Fuente: Wikipedia»
El Humedal Kóoch…
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